¡Te necesito ya! Tu santa voluntad
Y tus promesas mil en
mí cumple en verdad;
Mientras aquí bogando,
por mí orando estás;
Susurras a mi alma: “Aquí
estoy con mi paz”.
Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán. Isaías 40:31
Nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina. 2 pedro 1:4
En cada uno de nosotros las fuerzas físicas pueden flaquear,
las pruebas intensificarse y las discapacidades crecer. El hastío y el desánimo
también pueden alcanzar fácilmente al cristiano, pero las promesas del Señor
han sido dadas para todas las edades y circunstancias de la vida. Con la
confianza y la sumisión de la Fe, el creyente cansado puede alimentarse de las
certezas que ofrece la Palabra de Dios. Contar con Él día tras dia es el
secreto de una fuerza renovada, de una paz estable.
En la cruz Jesús cumplió la obra que permite a cada uno de
nosotros, por pecador que sea, reconciliarse con Dios por la Fe en Él. Esta
reconciliación mediante la gracia divina es el fundamento de la relación entre
Dios y aquel que deposita su confianza en Él; sin embargo tendemos a olvidarlo
cuando debemos enfrentarnos a la adversidad.
Pero queda esta promesa hecha por Dios a los que le aman: “Todas
las cosas ayudad a Bien” (Romanos 8:28)
¡Impregnémonos de esas declaraciones divinas! Así nos será más
fácil resistir al desánimo y esperar en las intervenciones de la gracia divina.
Las promesas de Dios están destinadas a sostener al creyente más débil en las
situaciones más difíciles.
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