El pueblo de Israel, ha practicado durante siglos un arte marcial
poco conocido, transmitido de generación en generación, que es de origen
de los tiempos de los patriarcas y que aún hoy ejercitan un puñado de
seguidores en Israel, según informa la agencia Efe.
El arte marcial judía se llama “Abir”, que significa caballero en
hebreo y es impartido en Israel por Yehoshua Avner Sofer Maatuf-Doh, el
actual “Aluf Abir” o “Gran Maestre” de esta práctica milenaria.
Es un tipo de lucha poco conocido incluso para el gran público
israelí, pero va ganando adeptos y en la última década lo han aprendido
miles de personas. En la actualidad, el Gran Maestre cuenta con unos
sesenta alumnos y quince discípulos entrenados en la materia.
Sofer, o “Aluf Abir”, es un personaje peculiar; de 52 años y curtido
en la lucha, su apariencia es la de un hombre del desierto. Originario
del Yemen, comenzó a entrenar con tres años bajo las instrucciones de su
abuelo y posteriormente de su padre, que falleció a los 108 años
siguiendo una larga estirpe de luchadores centenarios.
Según Sofer, su rango es “el del jefe del Ejército del Reino de
Israel” y que el conocimiento de estas artes marciales está
indisolublemente asociado a la tradición judía y las leyes que dicta la
Torá (Pentateuco), razón por la que siempre incluye en sus
entrenamientos sesiones de oración y otro tipo de arengas espirituales
para preparar a los combatientes.
A diferencia de otros medios de lucha que emplean el impacto y la
fuerza para derribar al enemigo, en el arte marcial judío, asevera,
“nuestra fuerza está en la creencia” en un único Dios.
Dice que su familia procede de la estirpe del rey David, que conservó
esos conocimientos ancestrales durante siglos después de quedar aislada
en un pequeño reducto del este Yemen conocido como Habban, un inhóspito
territorio.
Apunta que sus antepasados eran originarios de Efrata, población
judía situada entre Belén y Hebrón, que acompañaron a la reina de Saba
cuando ésta marcho a Yemen, por orden del rey Salomón.
“Nuestro arte marcial procede del patriarca Abraham, padre del pueblo
de Israel, quien lo transmitió a su hijo Isaac, y éste a Jacob, y de
ahí pasó a sus doce hijos, que se convirtieron en las doce tribus de
Israel”, asegura.
Enumera una serie pasajes del Antiguo Testamento de los que se
desprende que guerreros hebreos abir o “abiru” se contaban entre los que
entraron en la tierra de Canaán y también se desperdigaron
posteriormente por el Egipto faraónico.
En tiempos del primero y segundo templo de Jerusalén la práctica fue
empleada en batallas contra babilonios y romanos, y luego se propagó en
sucesivas diásporas por Persia y Arabia.
Sofer, advierte que esta arte marcial hebrea no debe ser empleada de
forma arbitraria: “Únicamente si no queda remedio y no se puede llegar a
la negociación pacífica”.
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